Mar el poder del mar

«Por eso estás enamorada de mí. »

Tus palabras retumbaron en mi cabeza. ¿Era verdad? Inconscientemente me tapé con un mechón de mi pelo como si estuvieras enfrente. Eso ya eran palabras mayores.

¿Era esa la explicación al remolino de sentimientos que tenía dentro de mí?
Miedo de volver a sentir, impresión hacia lo que parecía un verdadero inicio, pánico a estar expuesta a que me hicieran daño otra vez, bienestar de que fueras tú el que había perturbado mi mente y mi cuerpo, emoción cada vez que me sonreías, nervios cuando te veía y a la vez tranquilidad cuando te sincerabas, cuando mostrabas esa seguridad que a mí me faltaba.

No voy a hacerte ningún daño, prometías. No temas, estoy convencido de que sólo vienen cosas muy buenas y que juntos… lo conseguiremos. Confía en mí.

Poco a poco, sin prisa pero sin pausa, vuelves a entrar en mi vida.

Un mensaje.

Una llamada.

Una vuelta a la acción.

“C es él. (…) Y ha vuelto (creo) para quedarse”.

(Serendipity, Serena)

Vienes como un remolino, llevándotelo todo a tu paso. Dejándome desnuda de malos recuerdos. Dejándome como nueva yo que ya no esperaba sentir tanto otra vez. Simplemente sentir. Recordándome lo bueno de la vida, lo bueno del amor, lo bueno de sentir.

Cosiendo los puntos a mi corazón disecado. Curándome desde dentro. Dándome las agujas para que lo hiciera yo. Recordándome cómo se hacía eso de quererme. Dejando que yo fuera a ti. Despertando a mi yo dormida como si de la Bella Durmiente se tratara. Después de tantos meses, de años de letargo. De ser la reina de un baile en el que sólo quedaba yo al son de una sonata fantasma. Animándome al cambio.

Quitándome hasta los miedos.

De vuelta a casa de madrugada comiéndonos la luna, las estrellas seguían nuestro movimiento. Risas y abrazos. Un juego de dos. Tu mano se encuentra con la mía. De pronto se me olvida este estado de tristeza.

Un beso. Un detonador.

¿Te dejarías llevar?

Podían verse los fuegos artificiales en tus ojos, reflejo de los míos. Esos en los que yo me pierdo.

Los que suenan a mar.

Donde tanto me gusta perderme.

Donde me siento serena.

Y más Serena.

 

“Y te ríes. Te sorprendes y ríes de nuevo, porque hacía tiempo que no te oías reír a ti mismo y te has dado cuenta de que era injusto.”

 

Y qué buena esta horizontalidad. Complicidad de alta tensión. Despertarme a tu lado, susurros al oído. Tus labios en mi cuello. Cosquillas por tu barba. Besos inocentes que despiertan alguna cosa más en esa cama repleta de mantas. Aquella mañana fría. Congelada.

Y es que tienes razón, y como en todo te has dado cuenta antes que yo…

Porque echo de menos si no me hablas y echo de menos si no te hablo.

Porque echo de menos si no me escribes y echo de menos si no te escribo.

Porque echo de menos que me beses… y besarte.

Y que me toques, y me muerdas y te rías conmigo.

Porque echo de menos tus silencios conmigo, y mis silencios contigo. Nuestros silencios antes de un beso.

(Soñarte despierta y despertarme dormida, Aresma)

 

Y qué bonita la vida, qué curiosa que me sorprende ahora con este nuevo amor.

Qué bonito, esto inesperado fuera del alcance de la lógica.

Qué bonito sentir que las cosas van bien. Que se han vuelto a poner del derecho. Que el tiempo es menos tiempo contigo y que los viernes son más viernes si estás a mi lado.

Sol. Lluvía. Nieve. Relámpagos y truenos.

Tus labios en mi sonrisa ahora de dimensiones elásticas. Y qué electricidad cuando nos encontramos. Lo noto en mi pecho. Tambores y trompetas. Pum-pum, pum-pum. El himno de la alegría. Mi versión en directo.

El día que hacía más viento que nunca en esa carretera.

I love you when you're singing that song...

Arranca el coche que nos vamos.

Ahora en buena dirección.

 

Más Serena que nunca.