A muerte hasta decir basta

El otro día encontré un estudio que se titulaba ¿Qué hay en el cerebro de una persona enamorada? Y me quedé con esto:

“La separación es todo lo que se necesita para conocer el infierno”.  Emily Dickinson

“Varios años atrás, decidí buscar en el cerebro y estudiar esta locura. Nuestro primer estudio de personas que estaban felizmente enamoradas ha sido ampliamente divulgado, por lo tanto voy a hablar muy poco sobre este.  Encontramos actividad en algunas células llamadas Células Ap. En células que de hecho producen dopamina, un estimulante natural, y la rocían a muchas regiones del cerebro. De hecho esta parte, el AVT, es parte del sistema de gratificación del cerebro. Está por debajo de su proceso cognitivo del pensamiento. Está debajo de sus emociones. Es parte de lo que llamamos el centro reptil del cerebro, asociado al deseo, la motivación con el enfoque y las ansias. De hecho la misma región del cerebro donde encontramos actividad también se activa cuando usted siente la necesidad de cocaína.

Pero el amor romántico es mucho más que un clímax de cocaína. El amor romántico es una obsesión. Te posee. Pierdes el sentido de su ser. No dejas de pensar en el otro ser humano. Alguien está acampando en tu cabeza. El amor es salvaje. Y la obsesión puede empeorarse cuando has sido rechazado.”

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Y así es como empieza mi historia.

Es la obsesión de querer recuperarle.

¿Recuperar el qué? 

Aquello que fue y que en realidad, no volverá. Las personas vamos cambiando con el paso de los años. Vamos llenando de experiencias la maleta que nos acompaña siempre y de la que no damos un paso sin tener en cuenta su contenido.

¿Qué pasa cuando ignoras esa maleta? 

Que te quedas estancada. Te quedas estancada en un momento del tiempo cuando todo lo de tu alrededor sigue moviéndose. Pero estás cómoda. Realmente cómoda y ¿para qué salir? Sigues erre que erre empeñada en atravesar el muro a puñetazos.

¿Que si duele? 

Claro que duele.

¿Que si se consigue algo?

 Seguir en el mismo sitio, o en su defecto retroceder.

¿Qué pasa cuando te cansas de estar así? 

Nunca te cansas… pero a veces te sientes en una jaula como un pájaro al que no le dejan salir. Sólo lo quieren contemplar. Y entonces luchas con todas tus fuerzas por salir de ahí y dar un paso bien grande hacia delante.

Entonces llega él.

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Él y su sonrisa. Y me pide que vuelva, que me echa de menos. Que no es lo mismo sin mí.

Y me lo creo.

Todas las veces.

Y todas las veces resulta que no es así… Vuelve a ser una trampa para que entres en la jaula para que pueda seguir contemplándote.

Serenna

El tiempo pasa y todos cambiamos. La jaula deja de ser cómoda y empiezas a ver las cosas desde otra perspectiva. Te preguntas quién eres y si estás en la dirección correcta hacia en quién te quieres convertir. Sopesas lo bueno y lo malo y te das cuenta que ya no quedan casi cosas buenas. Tú has cambiado. Él ya no está aunque cueste verlo y ya es hora de despertar. Aprovechas esta parada para empezar otra vez. Con paso firme. Con mucha fuerza y ganas de vivir.

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Es posible que esta vez no venga, pero así será más fácil irse.

Guardamos lo vivido en nuestra maleta y como dicen mis amigos, ancha es Castilla.

Me voy habiendo tenido que tomar esa decisión por los dos sin saber a ciencia cierta si es lo correcto por cómo duele, pero sabiendo que al final me sentiré mejor. El sonido de la caja de música cada vez dolerá menos.

Ciao, me voy por la puerta grande. Que por mí no haya sido.

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En resumidas cuentas, lo que os estaba contando es que el amor de verdad es libre, no nos ata. El amor es algo puro. Nos ayuda a crecer, a seguir caminando. No nos estanca. Nos ilusiona, nos dan ganas de sonreír, de sorprender. Nos eriza la piel. Nos hace sentirnos únicos. Especiales. Mágicos. Nos rodea un aura de felicidad y todo nos parece más bonito. Nos vuelve locos. Nos trastoca a más no poder, de la cabeza a los pies. En cada beso, en cada caricia, en cada palabra, en cada silencio. Sucede sin más y cuando te das cuenta estás metido hasta las manos. Aprendemos a conocer a la otra persona, a ser tolerantes. A aceptar al otro. A ser más humanos. A pedir perdón y perdonar. A querer. Es así de fácil, no tiene más misterio. También es verdad que nos vuelve frágiles y vulnerables. Le has dado tu corazón y las instrucciones. Pero al final, como en todo el que no corre ningún peligro es el que dejó de vivir por tenerlo todo bajo control.

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Serena

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8 comentarios en “A muerte hasta decir basta

    1. Yo, personalmente, con el paso del tiempo y releyendo este post antiguo, me he dado cuenta de lo infeliz que estaba y que por suerte me he dado cuenta de que para una cosa buena que podemos tener en la vida y que podemos «elegir» si nos gusta o no tenerlo, lucha por lo que te haga feliz de verdad y lo que no, échalo fuera. Todos merecemos ser felices y el amor no tiene que ser algo que te haga estar triste, que para eso ya tenemos otras cosas. Elige ser feliz y piensa lo que de verdad te mereces.
      Serena

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